20071118

América Latina y el futuro Presidente de EEUU

Por Rosendo Fraga

"Washington y América Latina tienen agendas diferentes en las principales cuestiones internacionales, pero hay una agenda común en temas sociales, migratorios y de seguridad pública que debe ser reformulada en términos positivos y constructivos y desde esta óptica involucrar a la opinión pública de los EEUU" América Latina no es una región del mundo prioritaria para EEUU, pero éste debe evitar que se transforme en un problema.

Si bien hoy la región muestra baja posibilidad de conflicto o amenaza comparada con Medio Oriente, el Cuerno de África o el Centro de Asia, integra el mismo continente que EEUU y esto constituye una diferencia esencial.

La inmigración es un factor relevante para que América Latina sea tenida en cuenta por EEUU y este fenómeno deriva de la mencionada proximidad geográfica. Integrar el mismo hemisferio es así causa central por la cual Washington no debe desatender a América Latina.

Democracia, derechos humanos y libre comercio han sido pilares de la política de EEUU hacia la región en las últimas dos décadas, pero la vigencia y el concepto de ellos se ha ido modificando.

El libre comercio debe ser en el futuro una política menos central. En esta cuestión las diferencias con Brasil son muy grandes, pero ello no impide una relación especial con éste país. Esta cuestión probablemente perderá importancia en un próximo gobierno de EEUU, porque después de Perú difícilmente puedan lograrse nuevos acuerdos. Sin embargo, pueden surgir nuevos escenarios, como un eventual acuerdo bilateral con Brasil, el que hoy parece casi descartado.

La democracia es un valor esencial y debe ser mantenido en las relaciones hemisféricas, (..)

Los derechos humanos deben seguir siendo un valor central, pero una política dogmática en este tema puede generar dificultades en relaciones particulares, como es el caso de Colombia. Además la lucha contra el terrorismo y situaciones como las generadas por la prisión de Guantánamo, han quitado a EEUU autoridad moral en esta cuestión.

Reconocer la heterogeneidad de la región resulta vital para la política de Washington hacia ella. Esta diversidad debe también ser asumida desde el punto de vista político-ideológico, ya que existen en la región tres líneas: la de centro-derecha, caracterizada por países que están sobre la costa del Pacífico y tienen o buscan tratados de libre comercio (TLC) con EEUU, como México, Colombia y Perú; la social-demócrata o de izquierda pragmática, con Brasil, Chile y Uruguay; y la BOLIVARIANA, con Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Chile en materia comercial y geográfica coincide con la línea de centro-derecha, mientras que Argentina fluctúa entre Brasil y Venezuela, acercándose más a Caracas en los últimos meses.

En cuanto a la cuestión migratoria, va reduciendo su importancia de norte a sur y lo mismo sucede con las drogas.

La importancia del tercio de América Latina que se encuentra al norte del Canal de Panamá, seguirá siendo creciente para Washington, mientras que bajará la importancia relativa de América del Sur. Pero esto tendrá cierta compensación en la delegación del liderazgo de esta subregión en Brasil, lo que puede llevar a una mayor significación en la relación bilateral entre Washington y Brasilia. El acuerdo sobre biocombustibles es no sólo un punto relevante en esta relación bilateral, sino también un medio para disminuir la dependencia de EEUU respecto a la importación de petróleo de Venezuela.

Brasil es el único país de América Latina con una clara vocación de actor global. México tiene un PBI similar y ha sido convocado junto con Brasil para integrar el G13, que sumaría a estos dos países más China, India y Sudáfrica al G7. Sin embargo, no tiene vocación de liderazgo regional, ni quiere jugar un rol relevante en escenario mundial. Brasil, en cambio, pretende un lugar permanente en el Consejo de Seguridad y avanza a tener un submarino a propulsión nuclear para la próxima década. Pero el mayor país de América del Sur pretende el liderazgo regional sin estar dispuesto a pagar los costos que ello implica en lo económico, comercial y militar. Esto es lo que permite a Venezuela, en el corto plazo, poder disputar el liderazgo regional, sobre todo con el precio del petróleo llegando a los 100 dólares.

La inestabilidad andina es un dato de largo plazo, como también lo es su heterogeneidad. En 2000 no era previsible que Chávez se afianzara en el poder y que adquiriera la influencia que hoy tiene, ni que Bolivia fuera gobernada por un Presidente indígena admirador de Fidel Castro. Tampoco era previsible un liderazgo firme para combatir la inseguridad como el de Uribe en Colombia, ni la reconversión de Alan García hacia el libre mercado. El único país que ha seguido dentro de la inestabilidad esperable es Ecuador. Asumir que es una región de giros imprevistos, es la clave para entenderla.

Respecto a Cuba, debe asumirse que Raúl Castro está dispuesto a implementar el modelo chino-vietnamita: autoritarismo comunista con economía de mercado, siendo probable que el gobierno del país a la muerte de Fidel quede en manos de su hermano Raúl. Es factible que este modelo termine generando más cambios políticos en Cuba que los que ha producido en los países del Asia.

La apertura económica puede provocar una apertura política y pareciera prudente no desperdiciar dicha oportunidad dado que Cuba, al estar en el hemisferio, puede crear situaciones políticas diferentes a las del mismo modelo en Asia.

El fenómeno hispano acerca a América Latina a los EEUU, por un lado, y por otro, la aleja, como sucede con todo fenómeno migratorio. El muro con México aleja, pero los EEUU tienen una gran capacidad de incluir a los inmigrantes, lo que no sucede en la Unión Europea.

Washington y América Latina tienen agendas diferentes en las principales cuestiones internacionales, pero hay una agenda común en temas sociales, migratorios y de seguridad pública que debe ser reformulada en términos positivos y constructivos y desde esta óptica involucrar a la opinión pública de los EEUU

En los últimos años la imagen de EEUU ha caído en América Latina, pero esto ha sucedido en todo el mundo. Esta imagen empeora de norte a sur -mejor en México y Centro-América y peor en el Cono Sur-, lo cual constituye un dato relevante.

Brasil y México representan dos tercios del PBI, la población, y el territorio de América Latina y una política pragmática debe tener en cuenta ello. Sumando Colombia y Perú, o Chile y Argentina -si supera sus ambigüedades- se tienen tres cuartas partes de la región y sumando los cuatro países, cuatro quintas partes.

De acuerdo a ello, la política de EEUU hacia América Latina y el Caribe quizás debe enfatizar más en las relaciones bilaterales, lo que también resulta necesario por la diversidad mencionada.

Fuente: Centro de Estudios Nueva Mayoría